El cerebro ha evolucionado para asegurar la sobreviviencia del organismo. No se trata de comprender sino de asegurar la vida mediante la coherencia en la información del mundo exterior aun cuando esta sea imprecisa e incluso incorrecta.
El cerebro 'reconstruye' o 'completa' la información proveniente de los sentidos cuando esta es insuficiente o confusa; al recordar, al pensar en nosotros mismos para generar una 'imagen' 'construida' que guíe nuestras actividades.
En consecuencia, para intervenir en el mundo se debe filtrar la información que llega a través de los sentidos, seleccionar los datos relevantes, aprender, recordar, desaprender u olvidar, es decir, modificar las redes neuronales existentes en el cerebro.
La revolución educativa –dice Richard Davison- consiste en desarrollar la gestión de las emociones y habilidades sociales como la compasión y el altruismo en las escuelas así como la habilidad de concentrarse.
La inteligencia
emocional y social son ambas habilidades para controlar las emociones negativas a las cuales se aprende a disipar para no obstaculizar el
aprendizaje. Además, se trata de aprender a controlarse ya que el cerebro es
susceptible a cualquier influencia.
Para cambiar las
personas deben aceptar modificar su opinión. En realidad, el cerebro se
modifica con cada acontecimiento, es decir, esta cambiando siempre pues esta
organizado para poder enfrentar al mundo. En consecuencia, es posible hacernos responsables de ese cambio mediante
la conducta consciente. los hábitos sociales y emocionales positivos como la
empatía, comprensión y el altruismo .
Ademas Davison asevera que
cada individuo puede gestionar sus emociones. A todos nos influye el entorno,
la cultura por lo que podemos gestionar nuestros sentimientos para cambiar
positivamente.
El cambio de las
redes neuronales es posible pues el cerebro tiene gran plasticidad por
lo que es nuestra responsabilidad.
Los dones como la compasión y el altruismo, considerados privativos de algunos individuos, son
adquisiciones de la especie humana que pueden aprenderse y desarrollarse. El
aprendizaje temprano de los mismos es mejor pues el impacto positivo en la
mente y vida del individuo es mayor. Es recomendable educarse en esos aspectos durante los primeros años de vida y hasta los 6 años porque a esa edad
ocurre una muy importante etapa de transición asimismo antes de la conclusión
de la adolescencia es relevante educar en esos valores pues la corteza
prefrontal se conforma definitivamente entre los 21 a 25 años.
El Dr. Takao Hensch, neurocientífico
de la Universidad
de Harvard, estudia las redes neuronales y asegura que es cierta la afirmación
“el espíritu de cuando tenemos 3 años vive con nosotros hasta que tenemos 100” .
En efecto, existen
mecanismos biológicos y genéticos en todas las especies que muestran
particularmente la plasticidad del cerebro humano así mismo que los individuos
predispuestos por el receptor hormonal de un gen pueden cambiar su actitud su
futura esperada mediante un conjunto de distintas experiencias. Las
investigaciones muestran al respecto que
el cerebro es muy flexible y moldeable ya que el comportamiento esta asociado
al cerebro de ratas y suicidas pero ante el cambio de experiencias las redes
neuronales se modifican llevando a un nuevo comportamiento.
Daniel Goleman en
1997 publicó su libro “Inteligencia Emocional”
en un periodo de desencanto hacia el cambio social mediante las transformaciones
económicas y sociales por lo que se creía que tal vez era mejor ese cambio con
el control de nuestras propias emociones.
Distintas religiones
han desarrollado lo que llamamos ‘practicas contemplativas’ por lo que su
estudio puede ayudar a encontrar técnicas para que los adultos y los
estudiantes aprendan a concentrarse y focalizar su atención así como realizar la
introspección y ser compasivos.
Matthiu Ricard,
biólogo y monje budista, subraya la
necesidad del entrenamiento mental, el control de los sentimientos y cualidades
humanas para alcanzar una mejor gestión de los mismos, control en la vida y, en
consecuencia, libertad en esta.
Ya en 1921 Albert Einstein
señala que la vida humana es únicamente un instante en el universo. Parte
limitada en el tiempo y espacio pero que se experimenta así misma como separada
debido a que la mente ha creado la autoconciencia –la ilusión d atenciel yo- con lo que
el sujeto se aparta del conjunto. Para romper esa ilusión se debe ampliar el círculo
de compasión.